sábado, 10 de mayo de 2008

Barcelona llueve

Son casi las dos de la madrugada. Una fina lluvia baña Barcelona. Hace mucho tiempo que la ciudad tiene la garganta seca, y este torrente, se agradece... 
Es como un susurro (xiuxiueig en catalán, me encanta como suena!). Y lo mejor: ahora voy a zambullirme en mi cama y voy a taparme hasta la nariz. Dormiré hasta que me despierte, porque sí.

En un último xiuxiueig viene a mi Cortázar con su "Aplastamiento de gotas"

 Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol. 
 

    Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.