jueves, 1 de mayo de 2008

Rara rara rara


En el instituto (secundario)- al que en algún momento también le dedicare su espacio- teníamos la maravillosa costumbre de dibujar nuestras mesas y paredes. Y hasta inventábamos historias entre los de la mañana y la tarde. Yo, por supuesto iba a la tarde. Como muchos saben, soy una marmota.
Siempre he tenido fijación por los ojos, me producen una extraña atracción y curiosidad. Igualmente me pasa con las bocas, a veces me sorprendo mirando bocas porque sí, examinando los dientes, imitando sus movimientos.
Pues mi mesa estaba llena de ojos, pero no eran ojos en el aire o sujetos en un rostro, sino más bien plantas de ojos. Sí, ojos con sus tallos, sus hojas y sus raíces. Por qué? No lo sé, tal vez debería haber hecho caso de la inscripción de mi compañero matutino de mesa que en grandes letras negras me invitó a "visitar a un psicólogo"...

Cosas mías

Siempre he tenido la mala costumbre de enamorarme hasta la médula. Ojalá se solucionara con las punciones lumbares de House, pero no, no hay manera.
Cada amorío me ha despertado la inspiración y tanto las palabras como las lágrimas han brotado cual catarata de Niágara (debería de decir Iguazú, para hacerlo más local, jeje)
Así pues, de tanto en tanto os aburriré con algunas canciones al mejor estilo de Laura Pausini y otras tantas cartas incoherentes.
Esta canción la escribí para un amante que ahora es un buen amigo. Hace poco se la mostré y lo sorprendió gratamente (pero en esos tiempos poco caso me hacía...).
Por suerte, hasta las canciones, dejan de doler.

Deseo

Que no se borren
tus besos;
que queden en mi boca
impresos.

Que tu cuerpo siga derramándose
sobre el mío;
que tu aire, sea el aire
que respiro.

Que tu cuello siga sabiendo 
a eternidad;
que ante tus ojos se pierda
la soledad.

Que tus manos dibujen
mi figura;
que tu presencia me lleve
a la locura.

Que sea una amante discreta
para tus horas de pasión;
que seas tú música y yo letra;
que no me robes el corazón.